Miro las fotos de lo que comenzamos a hacer en la sala de juegos y me viene la imagen de la pared pintada de una cueva. ¿Hacemos con esprais en las ciudades lo que nuestros lejanísimos antepasados hacían en las cuevas?
Lo más hermoso de esta jornada es el placer, el disfrute inmenso, el deseo de hacer que se siente en todos, en todas. Nadie quiere quedar fuera, nadie quiere no hacer. Pequeños y grandes participan juntos, colaboran, para hacer nuevo un lugar conocido. Se han divertido, están alegres y me lo dicen. Y quedan más paredes...
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