Al día siguiente, martes, vi un espacio de juego para peques de 1 a 6 años, hecho por ellos con cajas de cartón: ¡Cajas, casas y mucho más! Pensé que las dos propuestas se complementan, que las dos juegan con las acciones de construir y habitar.
Cualquier propuesta de trabajo artístico necesita de un tipo u otro de colaboración, y la pide de una manera. La PAI es maestra en crear espacios de juego en los que jugar juntos es toda una aventura, un aprendizaje y un placer, sin imposiciones, ni exigencias. Además, saben mucho y son generosos con lo que saben. Cuando Un lugar para vivir era solo una idea vaga, Marian puso la biblioteca de la PAI a mi disposición y me entregó libros clásicos sobre la ciudad; Gonzalo me informó sobre la obra de Javier Abad, que luego fue determinante en todo el proyecto y Oswaldo me hizo el ruidófono. Sé que Un lugar para vivir sería otro lugar, y hubiera descubierto menos cosas, sin la PAI.
La fotos las hizo Mamen, que también quiso acompañarnos.
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